La generación de autocuidado en pacientes con ERC es un sistema complejo en el que intervienen no sólo aspectos médicos , (como el tratamiento conservador o la diálisis), sino también relacionados a la dimensión física y emocional de todo paciente junto al manejo de comorbilidades de la enfermedad como parte de un mayor control; sin embargo, los cambios en la calidad de vida y el estilo de vida, merecen una mayor atención en todos los estadios de la enfermedad, pero primordialmente en etapas tempranas. En México, se ha demostrado que existe una alta prevalencia de nefropatía temprana que generalmente pasa desapercibida, y que puede deberse a múltiples causas, como lo es la adquisición de conductas negativas para el estilo de vida.
De acuerdo a los determinantes de la salud, el estilo de vida representa al 43% del estado de la salud de una población, el cual según la OMS, es el “conjunto de patrones de conductas relacionados con la salud, determinado por las elecciones que hacen las personas de las opciones disponibles acordes con las oportunidades que les ofrece su propia vida”; convirtiéndoles de tal manera en personas empoderadas, y el empoderamiento, por otro lado, es un proceso a través del cual las personas obtienen un mayor control sobre las decisiones o acciones que afectan su salud.
Aunado a esto, el autocuidado, juega un papel importante en la generación de un estilo de vida saludable y que podría modificar factores de riesgo para el desarrollo o progresión de la ERC. De acuerdo a la Teoría de Dorotea Orem, el autocuidado se define como una “conducta aprendida, orientada hacia un objetivo en situaciones concretas de la vida, son acciones que realizan las personas sobre sí mismas, hacia los demás o hacia el entorno, para regular los factores que afectan su propio desarrollo y funcionamiento, en beneficio de su vida, salud o bienestar”, entonces bien, a través de la identificación de aquellos factores de riesgo modificables en la población con ERC, se puede incidir en la disminución conductas negativas para su propia salud, como el uso de analgésicos y otros medicamentos nefrotóxicos, aumentar el control glucémico, disminuir el consumo de tabaco y alcohol, asimismo, aumentar el ejercicio físico para evitar obesidad o problemas de sobrepeso que se asocian a sedentarismo en pacientes con ERC temprana.
El estilo de vida puede ser bueno o malo en los pacientes con enfermedades crónicas como la ERC, y es necesario promover el autocuidado o el cambio de conductas negativas, considerando diversas teorías y modelos que proponen cómo generar cambios positivos en una persona; por ejemplo, el Modelo Transteórico de Prochaska y DiClemente, permite evaluar la disposición que tienen los pacientes para modificar conductas negativas para la salud, desde una etapa en la que el paciente no tiene contemplado realizar un cambio hasta una etapa de mantenimiento donde la conducta ya es parte de su vida; sin embargo, es importante mencionar, que aun estando en la etapa de mantenimiento, el paciente puede tener una recaída y llegar hasta la primera etapa, es decir no es un cambio lineal sino que a manera de espiral los pacientes pueden no solo avanzar sino retroceder continuamente; por lo que al conocer la etapa en la que se encuentra un paciente con ERC, junto con el apoyo del profesional de salud, tiene la oportunidad de mantener la motivación para la generación del cambio.
Para lograr un cambio de conductas negativas de estilo de vida, es necesario conocer la evolución de la ERC desde etapas tempranas; por lo que sería importante a hacer énfasis en la prevención primaria de la enfermedad, ya que en muchas de las conductas que se realicen esta etapa, estarán interrelacionadas con etapas próximas, por ejemplo el control de obesidad va a mejorar la diabetes, dislipidemias o la presión arterial; y de acuerdo a los objetivos de la atención primaria y como se ha demostrado, la nefropatía temprana es la mejor etapa para intervenir en la modificación de conductas.
Por lo que el autocuidado en los pacientes con ERC radica en el autoconocimiento de los factores de riesgo que están estrechamente relacionados con hábitos negativos de estilo de vida y que no son controlados adecuadamente, por lo que al identificar y comprender su propio contexto se podría llevar a cabo una mayor contención del desarrollo, progresión y complicaciones de la enfermedad. Finalmente, la evaluación de la disposición al cambio de las conductas negativas de estilo de vida, puede contribuir a una mayor preservación de su calidad de vida, integrando variables atribuibles a las ganancias en salud en términos de beneficios como aumentar la sobrevida en años del paciente con ERC.
Javier Ramón Zambrano Melín
Maestro en Ciencias Médicas e Investigador
Doctorante en Ciencias de la Salud Publica