La depresión es un trastorno mental que se caracteriza por tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastorno del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración. Este padecimiento puede cuadruplicar el riesgo de incapacidades y duplicar el riesgo de enfermedad cardiovascular, además de que es el principal factor de riesgo para muerte por suicidio y reduce la adherencia a otros tratamientos médicos.
Cabe señalar que algunos episodios depresivos siguen un patrón estacional, esto se presenta en invierno y se resuelven en primavera. A esto se le conoce como trastorno afectivo estacional. En población general la prevalencia de los trastornos afectivos estacionales se sitúa entre 1-10% y también es más frecuente en las mujeres que en los hombres.
Dentro de los factores de riesgo que se han relacionado con la depresión destacan: baja autoestima, personalidad demasiado dependiente, crítica o pesimista, haber sufrido un evento traumático o estresante como la pérdida de un familiar o ser querido, factores ambientales (clima, latitud, zona geográfica) y nutricionales.
Con respecto al último punto, diversos estudios sugieren que los patrones de alimentación saludables como una dieta tipo mediterránea y factores dietéticos específicos como los ácidos grasos omega 3, algunos minerales como el magnesio y el zinc y ciertas vitaminas como folato, B6, y vitamina D (VD) pueden influir en el riesgo de depresión. Los bajos niveles de VD pueden ocasionar:
- Aumento en la concentración de calcio en las neuronas.
- Disminución en la expresión de genes antioxidantes.
- Reducción en la síntesis de serotonina, la cual es un mensajero químico cerebral que regula las emociones humanas. De hecho, es considerada como la hormona de la felicidad.
Para entender mejor la relación entre depresión y deficiencia de VD debemos comprender que la principal fuente de esta vitamina es la que se produce en la piel cuando nos exponemos a los rayos ultravioleta del sol. Esta vía aporta cerca del 90% de la recomendación dietética y los alimentos contribuyen con apenas 10% (atún, salmón y aceite de hígado de bacalao). Curiosamente, durante los meses invernales se detectan los niveles más bajos VD en el organismo, debido a la menor exposición de la piel al sol por el uso de vestimenta gruesa que cubre casi por completo la superficie corporal.
También se debe considerar que la falta de VD es la deficiencia nutrimental más frecuente en la actualidad. En México, se estima que 1 de cada 3 adultos presenta deficiencia de VD, en el caso de las mujeres entre los 20 y 49 años y 9 de cada 10 la padece. La presencia de otras enfermedades crónicas también se ha asociado con una mayor prevalencia de deficiencia de VD. Por ejemplo, se ha estimado que la prevalencia de esta deficiencia nutrimental en pacientes con depresión o diabetes es de 65% y 90%, respectivamente. En contraste la suplementación con VD puede disminuir los síntomas depresivos en 42% y el riesgo de diabetes mellitus tipo 2 en 4%.
Por lo anterior, resulta conveniente el estudio del estado de la VD en el organismo. Con este fin se debe realizar un análisis de laboratorio donde se identifique la concentración de 25-hydroxivitamina D en la sangre. De manera general se acepta que una cifra por debajo de 20 ng/mL es diagnóstico de deficiencia, los valores entre 20 y 29 ng/mL corresponden a insuficiencia y la suficiencia se define con valores arriba de 30 ng/mL.
En caso de presentar bajos niveles de VD el tratamiento consiste en la suplementación de VD en forma diaria o semanal por dos meses. Para alcanzar la dosis óptima de VD se recomienda la suplementación con dosis elevadas de esta vitamina. En México destaca una presentación de colecalciferol que contiene 4000 unidades internacionales, la cual se ha considerado como una dosis fisiológica y segura en adultos, mujeres embarazadas (a partir de la semana 12 de gestación) y adultos mayores. Al término de este plazo, para evitar la caída en los valores de VD, se debe continuar con una terapia de mantenimiento, la cual dependerá de la presencia o ausencia de factores de riesgo (exposición limitada al sol, uso de bloqueador solar, presencia de enfermedad renal o hepática, consumo de medicamentos que alteran el metabolismo de VD, piel oscura, edad avanzada, etc.).
Conviene mencionar que otras recomendaciones nutricionales para la prevención y el tratamiento de la depresión incluyen las siguientes:
- Seguir un patrón de alimentación tipo mediterráneo.
- Incrementar el consumo de frutas, verduras, leguminosas, cereales de grano entero, oleaginosas, semillas.
- Considerar un elevado consumo de alimentos ricos en omega 3.
- Limitar el consumo de alimentos procesados, comidas rápidas, productos de pastelería.
- Sustituir platillos poco saludables por platillos con elevada densidad de nutrimentos
Por lo anterior, es importante acercarse con el profesional de la salud para detectar y tratar adecuadamente estos padecimientos.