Dormir profundamente nutre tu vida: Día Mundial del Sueño

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Cuando tenemos pocas horas de sueño se incrementa el riesgo de padecer diabetes tipo 2, obesidad y alteraciones cardiovasculares

45 por ciento de la población adulta en nuestro país presenta mala calidad del sueño, situación que se refleja en la dificultad para levantarse, cansancio, somnolencia desde las primeras horas de la mañana, lo que al final del día trae consigo deterioro de la calidad de vida, informaron especialistas de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina de la UNAM.

En el marco del Día Mundial del Sueño, cuya conmemoración se efectúa el tercer viernes de marzo, Ulises Jiménez Correa, responsable de esa entidad, mencionó que existen alrededor de 100 enfermedades del dormir y que los síntomas de insomnio son dos a uno más frecuentes entre el sector femenino.

A estos padecimientos se suman los trastornos respiratorios del sueño, aclaró, cuyo síntoma más común es el ronquido; las hipersomnias o exceso de sueño durante el día, que impide a las personas ser funcionales y cuyo caso más frecuente es la narcolepsia; problemas del ritmo circadiano; y parasomnias, como sonambulismo o pesadillas.

Se comentó que durante 2016, el motivo de consulta en la Clínica (con sedes en el Hospital General de México y en Ciudad Universitaria) fue el insomnio y la mala calidad del sueño, en 45 por ciento de los casos; trastornos respiratorios en porcentaje igual; trastornos del movimiento durante el sueño, en cinco por ciento; y parasomnias, en tres por ciento, entre otros.

En ese periodo, añadió, se brindaron seis mil 808 consultas en diferentes especialidades: otorrinolaringología, psiquiatría, psicología, geriatría, medicina interna y neurología, y se hicieron mil 388 estudios de diagnóstico con sus variantes.

Por su parte, Viridiana Valdés Pineda, integrante de la Clínica, mencionó que cuando tenemos pocas horas de sueño se incrementa el riesgo de padecer diabetes tipo 2, obesidad y alteraciones cardiovasculares.

Asimismo, aumenta el riesgo de presentar hipertensión arterial, infartos cardiacos y embolias cerebrales, además de que se altera la memoria a corto plazo.

“No basta con dormir, hay que hacerlo bien, porque no hacerlo deteriora nuestra vida. No es un lujo y debemos darle la importancia que tiene”, advirtió Jiménez Correa.

Dormir en el transporte público o en el coche refleja que no hubo descanso durante la noche. Manejar o trabajar con sueño puede provocar accidentes. “Hacerlo en el transporte público es sólo un paliativo, pero no resuelve la necesidad de descanso”, sentenció.

De acuerdo a la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos un adulto joven sano debe dormir un promedio de 7.5 horas, aunque hay diferencias individuales, pues la cantidad y calidad dependen de factores internos de nuestro organismo. Un niño de preescolar puede dormir 11 o 12 horas, y un adulto mayor, cinco o seis horas por la noche.

Cabe mencionar, abundó, que también influyen factores externos como los alimentos que consumimos, periodos de aprendizaje previos al descanso, episodios de estrés, si es de día o de noche, o factores psicosociales como problemas emocionales, ansiedad, depresión, desempleo u horarios laborales.

Es importante considerar que el trabajo nocturno lleva a condiciones metabólicas como obesidad o diabetes, hipertensión y un deterioro importante de la calidad de vida. Dormir en el día, cuando el sol estimula con iluminación y temperatura, o hay ruido, podría impedir un descanso adecuado. “Para esos casos hay medidas de higiene de sueño, pero deben ser personalizadas, acordes con el puesto y la rotación de turnos”, explicó el experto.

Para una mejor calidad del sueño, Viridiana Valdés sugiere dejar los dispositivos electrónicos fuera de la cama por lo menos una hora antes de dormir, y evitar bebidas con cafeína porque hacen el sueño superficial y fragmentado.

Al respecto, el encargado de la Clínica expuso otros factores como: tener un horario estable para acostarse y levantarse, hacer ejercicio en las primera horas de la mañana o por la tarde (después de las 9 dificulta el inicio del sueño), sacar relojes o despertadores de la recámara, cuidar los hábitos alimenticios y llevar horarios regulares para desayunar, comer y cenar (una cena grasosa o condimentada deteriora el sueño de cualquiera).

En el caso de los infantes es posible detectar que no duermen bien cuando están irritables, inquietos, con problemas de atención, somnolencia durante el día, bajo desempeño escolar o se altera el crecimiento, reflejado en talla y peso bajos. “Ningún niño debe roncar”, puntualizaron.

Finalmente, se comentó que la privación de sueño total durante más de 48 horas provoca alucinaciones visuales o auditivas, y entre más tiempo pase puede haber alteraciones de la conciencia, llegar al coma e incluso a la muerte.