Síndrome del emperador: falta de límites y estructura

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Se trata de un comportamiento que caracteriza a los niños que no tienen límites, y sin estructura familiar

De acuerdo a Carmen Gabriela Ruiz Serrano, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, los niños sin límites, sin estructura familiar y con falta de demostraciones de amor por parte de sus padres pueden convertirse en hijos tiranos.

También son conocidos como menores de edad con el síndrome del emperador, y son quienes ejercen tratos vejatorios hacia sus padres o abusan de ellos para obtener ciertas metas mediante amenazas, humillaciones, violencia verbal e incluso física, explicó.

De acuerdo al psicólogo Vicente Garrido, citó, hay algunas causas que desencadenan este síndrome, como la inmediatez promovida en la vida actual; es decir, “vivimos en una sociedad donde hay un modelo económico que promueve no pensar en el mañana y vivir de prisa; de alguna manera se modela un comportamiento en los infantes, que favorece su irritabilidad e intolerancia”.

Asimismo, se vincula con los roles difusos que hoy se dan dentro de la familia. Las generaciones anteriores, comentó la especialista, vivieron en un ambiente donde los padres proporcionaron una crianza más rígida e incluso autoritaria, y en ocasiones violenta; ahora es común que, siendo papás, hagan comentarios como “yo quiero ser amigo de mi hijo”, con la idea de contrarrestar el tipo de educación que tuvieron durante su infancia.

Entonces, agregó, se ha vuelto más laxa y se ha ido al otro extremo, perdiendo la figura de autoridad y jerarquía.

“Vivimos en un país en donde las distancias son cada vez más largas, es más difícil tener un empleo cerca del hogar, se tienen que cumplir horarios de ocho horas o más, y los padres tienen poco tiempo para compartir con los hijos, lo que genera una culpa que se quiere cubrir con regalos o beneficios monetarios, y cumplir los deseos del niño resulta una estrategia de acercamiento”, advirtió.

El síndrome del emperador deriva de una falta de límites y estructura. Al final, subrayó, el límite es una muestra de amor, pues facilita herramientas para funcionar en la sociedad y disminuye actos violentos.

Lo que en realidad piden los niños con actos violentos o agresivos es ayuda, destacó la académica, es que les mostremos que el mundo es un lugar seguro y predecible, y esto se les ofrece a partir de límites.

“No existen padres buenos o malos, porque detrás de sus modos de crianza siempre hay buena intención, aunque a veces no saben cómo hacerlo y les da miedo que el límite ponga un obstáculo, pero en realidad cuando un pequeño nos desafía, se muestra irritable o pone en duda nuestra jerarquía o autoridad, lo que nos dice es papá, mamá, ponme un límite porque necesito contenerme emocionalmente”, precisó.

Entonces, dijo, es responsabilidad del adulto brindarle esa contención para que pueda desarrollar habilidades sociales y tener actitudes más empáticas y se le facilite establecer relaciones armónicas con sus pares y las figuras de autoridad.

Mencionó que los hijos tiranos tienen muchas dificultades para adaptarse a la vida en sociedad, porque incorporan este tipo de conductas a su vida cotidiana y pueden tornarse desafiantes e intolerantes; además, “fracturar sus relaciones con los demás los puede hacer susceptibles de rechazo”.

A algunos de ellos, alertó, se les diagnostica trastorno de déficit de atención y los mandan a terapia, cuando en realidad se debe poner atención en cómo se relacionan con los padres, porque al final este patrón los lleva a otros contextos.

De ahí que “antes de medicarlos se debe considerar y cobrar conciencia del importante papel que juegan los padres frente a la construcción de la personalidad de los niños, despatologizando comportamientos resultado de las relaciones humanas y el contexto, entre otros factores”, concluyó.