El desarrollo de la enfermería como profesión y disciplina ha evolucionado a través del tiempo hacia el posicionamiento del rol de líder autónomo al interior de los equipos de salud, se ha realizado un largo camino desde los cuidados domésticos, vocacionales, técnicos, hasta alcanzar la profesionalización, sin embargo, en la práctica clínica se han observado dificultades para que las enfermeras(os) puedan insertarse como líderes donde se respete su autonomía decisional, no obstante este hecho ha ido cambiando de forma constante durante los últimos años, observando a más profesionales de enfermería en puestos directivos.
Diversos autores señalan que se debiera avanzar aún más, mejorando la integración teórica y práctica, en donde se combine conocimiento, con saber hacer y saber ético, que facilite el aprendizaje para la toma de decisiones de manera autónoma en la acción del cuidar y no sólo cumplir con prescripciones médicas y realizaciones de carácter técnico, sino, asumir el liderazgo para la gestión del cuidado en su integridad.
Los cuidados de enfermería y la toma de decisiones que se necesita para ejecutarlos requieren que se realicen considerando la mejor evidencia disponible, la experiencia profesional y la opinión del paciente para mejorar la salud de la población, es decir, una Enfermería Basada en la Evidencia (EBE) que promueva resultados de calidad y beneficiosos para los pacientes, sus familias, los profesionales y el sistema sanitario.
Por otro lado, los derechos de los pacientes muchas veces no son reconocidos; no se valoriza el ejercicio de su autonomía. La ciudadanía, como derecho fundamental del paciente, muchas veces se le es negada; debería ser entendida como un indicador de la calidad de los servicios de salud, considerando que está relacionada con la autonomía, la privacidad y el sigilo profesional.
El ejercicio de la autonomía por el enfermero ha sido considerado un tema complejo por las influencias que sufre como consecuencia de la estructura social en la cual su trabajo se desarrolla y por las barreras impuestas por esas estructuras. Resistir a ciertas influencias y romper las barreras que impiden el ejercicio autónomo del enfermero, posibilita su rescate y fortalece las relaciones entre los profesionales de la salud, los pacientes y los familiares.
De igual manera es necesario formar profesionales de enfermería capaces de practicar la EBE, agentes de cambio que promuevan y defiendan la salud de los individuos, que se caractericen como personas comprometidas con la profesión, a medida que incorporan conocimientos de la investigación a su realidad práctica, desenvolviéndose como profesionales autónomos.
Discutir y analizar la asistencia de enfermería bajo la luz del principio bioético de la autonomía significa, simultáneamente, reflexionar y actuar en lo cotidiano lleno de situaciones que exigen un análisis y una toma de decisión; la autonomía profesional se torna en un factor clave para permitir y favorecer la implementación de los hallazgos de la investigación en la práctica, ya que un profesional autónomo es capaz de tomar decisiones independientes y fundamentadas.